Con el paso de los años, nuestra piel ya no es lo que era. Pero la parte que más puede llegar a afectarnos es ver el paso del tiempo en la piel de nuestro rostro.
Cuando empieza a perder firmeza, podemos sentir que tenemos más años de los que en realidad tenemos, pudiendo hacer que cojamos complejos. Pero, ¿porque sucede la flacidez facial?
Conforme nos vamos haciendo mayores, perdemos grasa facial, la cual es la encargada de rellenar partes de nuestra cara. Esas partes, al perder volumen, tienden a volverse más flácidas (¡la gravedad no ayuda!). Además, la producción del ácido hialurónico disminuye, cosa que es muy importante para mantener esa tersura y la ausencia de arrugas que nos caracteriza cuando tenemos veintitantos.
La técnica más recomendable para actuar contra la flacidez facial es la de los hilos tensores. Se trata de unos hilos reabsorbibles por nuestra piel y que ayudan a la producción de colágeno y elastina, importantísimos para la firmeza que buscamos. Entonces, dependiendo del grado de flacidez del que hablemos, con este tratamiento sería suficiente, aunque lo podemos compaginar con otros que nos ayudarán a conseguir el objetivo deseado.
¿Has oído hablar de bioestimulación cutánea? Este tratamiento es el complementario ideal para los hilos tensores. Además de producir colágeno, nos servirá para dar volumen a aquellas partes que, como decíamos al principio, con el paso de los años han perdido esa tersura característica de la juventud (o simplemente nos hemos adelgazado muchísimo).
¿Y qué hay del ácido hialurónico y la mesoterapia facial? También podría englobarse en un tratamiento completo contra la flacidez. En sintonía con lo demás, aporta vida y tersura a la piel, haciendo que los efectos de la gravedad se minimicen considerablemente.