Ansiedad y apetito

¿Por qué la ansiedad nos provoca tanta hambre o apetito?

 

El agobio, el estrés y la ansiedad es un mal que afecta a una gran parte de la población urbana, y es que el ritmo de vida que llevamos es una cosa que nos influye considerablemente más de lo que pensamos.

Este agobio acostumbra a desembocar habitualmente en ansiedad, y gran parte de las personas perjudicadas de este mal lo que acostumbran a hacer es ingerir más comestible.

Es tal y como si el estómago estuviera vacío en todo instante y nos solicite comestible sin cesar.

Este hecho tiene un por qué razón, y por esta razón en deseamos exponerlo.


Antes de seguir debemos conocer como marcha nuestro cuerpo frente al apetito y los mecanismos que emplea para advertir en el momento en que nos hace falta comida. La explicación está en parte del cerebro que se halla en la base de este, se trata del hipotálamo, que es una glándula que se hace cargo de supervisar las reservas de energía del organismo.

En el instante que las reservas ven disminuida su capacidad el hipotálamo emite señales que se traducen en incremento de las ganas de comer.

Lo mismo sucede al contrario, y es que cuando el estómago está lleno manda señales al hipotálamo para decir que hay que dejar de comer.


Un funcionamiento normal de esta función es la que regula nuestras ganas de comer y no nos fuerza a ingerir comestible sin control. Mas es que el hipotálamo aparte de esto, recibe toda la información referente a las emociones. En condiciones normales, si nos hallamos bien emotivamente el hipotálamo va a funcionar adecuadamente sin acrecentar las ganas de comer y sin desajustar nuestras emociones anatómicos, mas esto no es de esta manera cuando estamos agobiados y sufrimos de ansiedad.
La ansiedad es un estado anormal del organismo que causa que un desajuste en el hipotálamo, en tanto que no se trata de una emoción frecuente ni normal en el humano. Este desajuste lo que hace es trastocar las señales del hipotálamo mezclando las de los sentimientos con las referentes al apetito.

Esto es lo que hace que en ciertas personas cuando tienen ansiedad coman menos cantidad de comestible y en cambio otras desarrollen conductas de mucho apetito y engorden.

Para eludir esto es esencial que sepamos poner antídoto a esta situación anormal de ansiedad que es la base de todo nuestro desajuste.

Es imprescindible cambiar nuestros hábitos vitales por otros más sosegados y decantarnos por actividades relajantes ha de ser la clave para supervisar el hambre y no permitir que pueda con nosotros.

 

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